Obesidad infantil
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la
obesidad es la acumulación anormal o excesiva de grasa en el cuerpo que puede
ser perjudicial para la salud. Se presenta cuando por un tiempo prolongado se
consumen más calorías de las que se gastan. Dicho exceso de energía se almacena
en forma de grasa y el peso se incrementa.
Para prevenir esta enfermedad y trastornos como anorexia y
bulimia, resulta muy importante que desde pequeños se acostumbre a los niños a
comer en familia y se les brinde una alimentación variada y balanceada.
Está demostrado que frente al televisor se come más porque
el cerebro no registra el nivel de saciedad, ya que se encuentra distraído.
Además, es ideal que los niños complementen su actividad
escolar diaria con rutinas deportivas y juegos al aire libre, para alejarlos
así del sedentarismo que significa estar durante muchas horas frente a un
televisor, computadora o videojuego.
La obesidad conlleva serias consecuencias para la salud,
entre éstas se incluyen problemas en las articulaciones, dificultad para
respirar, trastornos en la piel, baja autoestima, enfermedades cardiovasculares
como hipertensión, accidentes cerebro cardiovasculares e infartos; diabetes y
alteraciones en las grasas de la sangre que se traduce en colesterol y
triglicéridos altos. El niño obeso se siente excluido al no poder compartir en
igualdad de condiciones físicas con sus pares, situación que le genera
ansiedad, alteraciones de conducta y dificultades en el aprendizaje. Cabe
destacar que cuando la obesidad se presenta en esta temprana etapa aumenta el
riesgo de que crezcan siendo adultos obesos y de que padezcan enfermedades
crónicas a edades tempranas.
¿Tiene niños en casa?
Los niños en edad preescolar y escolar tienen unos
requerimientos de energía particulares que les permiten crecer sanos y fuertes.
A esa edad deben ingerir seis comidas al día: desayuno, merienda, almuerzo,
merienda, cena y merienda.
Es recomendable ofrecerles yogur y frutas en las meriendas,
dejando de lado las chucherías, jugos, bebidas azucaradas y gaseosas; e
incorporar vegetales en las preparaciones de las diversas comidas.
El tetero no debe ser el centro de la alimentación del
pequeño, después del año, sirva la leche o yogurt en un vaso e incorpore el uso
de la cuchara.
Procure usar su creatividad para variar el menú y sorprender
a sus hijos con platos sabrosos que incluyan vegetales y frutas. Aprenda a
gratificarlos con preparaciones y alimentos distintos a las chucherías,
azúcares, grasas y comidas rápidas.
Las chucherías no deben usarse como recompensa o premio
cuando el niño coma o se porte bien. Es mejor utilizar otras alternativas como
paseos, juegos, actividades recreativas, calcomanías o sellitos. Ante todo hay
que tener claro que no se le debe gratificar o castigar con las comidas.
La actividad física es de gran importancia a esta edad, por
ello se debe motivar a los infantes a jugar con sus amigos o con la familia al
aire libre. También es necesario enseñarles a manejar triciclo o bicicleta,
saltar la cuerda, correr, lanzar pelotas, patinar, nadar, bailar, dar la vuelta
de carnero, subir y bajar escaleras y trepar. Les favorece mucho practicar
deportes en el colegio, es importante hacer lo posible para que practique uno
regularmente.
La mejor manera de estimular la actividad física en los
niños obesos es que los padres practiquen ejercicios junto con sus hijos, esta
medida junto a una alimentación saludable, son efectivas para acelerar la
pérdida de peso. Procure que diariamente practique al menos 30 minutos de actividad
física, y controle las horas que dedica a la televisión, videojuegos y
computadora.
Es muy importante que el niño obeso acuda periódicamente al
control pediátrico, y se le tome la tensión arterial.
La clave: lactancia materna
Es muy importante destacar el papel que juega la lactancia
materna como agente protector ante la obesidad y las enfermedades crónicas
relacionadas con la alimentación y nutrición. Está demostrado que los bebés
amamantados tienen una menor ganancia de peso y de grasa corporal, y este
efecto aumenta a mayor tiempo de lactancia. Además, algunos investigadores
señalan que la ingesta temprana de proteínas eleva el riesgo de un índice de
masa corporal (IMC) más alto. La leche materna tiene entre 60% y 70% menos
proteína y entre 10% y 18% menos densidad calórica que las fórmulas.
Adicionalmente, la desnutrición en el primer año de vida
puede programar al metabolismo como ahorrador de energía. Si más tarde ese
individuo ingiere alimentos en exceso, se dispara ese mecanismo que conduce a
desarrollar las enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación y
nutrición, como la obesidad.
Para frenar esta tendencia es fundamental promover la
lactancia materna exclusiva y a libre demanda durante por lo menos los primeros
seis meses de vida del bebé. Luego complementar la lactancia con la
incorporación progresiva de otros alimentos, uno a la vez, de acuerdo a la
recomendación del pediatra.
Sabía que...
No es recomendable incluir chucherías en la lonchera
escolar, dado que el azúcar de los dulces quita el hambre pero no alimenta y el
exceso de sal puede llegar a ser nocivo para la salud. Acuerde con el niño
cuando puede disfrutar de alguna chuchería.
En méxico es frecuente encontrar en un mismo hogar un padre
obeso e hipertenso, una madre embarazada anémica, un escolar con sobrepeso y un
lactante desnutrido.
Para disminuir el riesgo de enfermedades
cardiovasculares en la edad adulta del bebé por nacer, es necesario vigilar el
estado nutricional antes y después de la concepción en la mujer, así como su ganancia de peso durante la gestación.
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